La anestesiología constituye una de las ramas fundamentales de la medicina moderna. Gracias a ella, millones de pacientes en todo el mundo pueden someterse a cirugías y procedimientos invasivos de manera segura, sin dolor y con riesgos controlados.
El Día del Anestesiólogo se celebra el 16 de octubre en recuerdo de la primera demostración pública de anestesia con éter realizada por William T. G. Morton en el Hospital General de Massachusetts en 1846. Este evento marcó un antes y un después en la cirugía, al permitir procedimientos sin el sufrimiento del dolor agudo. Con el paso del tiempo, la fecha fue adoptada por asociaciones médicas de todo el mundo como un momento para reconocer a los especialistas en anestesiología y su papel en la seguridad perioperatoria, el manejo del dolor y la atención en cuidados críticos.
Esta conmemoración es más que un homenaje: se trata de una oportunidad para reflexionar sobre la relevancia de la anestesia en la historia de la medicina, los riesgos asociados a su práctica, los derechos de los pacientes, la formación de los profesionales y los retos futuros de esta especialidad.
La anestesia y sus potenciales complicaciones
La anestesia, entendida como la inducción farmacológica de un estado controlado que incluye analgesia, amnesia, relajación muscular y pérdida de la conciencia, no es en sí una enfermedad, pero su práctica implica riesgos clínicos que deben reconocerse.
La anestesia general se logra mediante la administración de agentes intravenosos o inhalatorios que actúan sobre receptores del sistema nervioso central, modificando la transmisión sináptica y generando estados de inconsciencia y analgesia. La anestesia regional, por otro lado, bloquea la conducción nerviosa en áreas específicas mediante anestésicos locales.
Entre las complicaciones más conocidas se encuentran la depresión respiratoria, hipotensión, reacciones alérgicas, náusea y vómito postoperatorios, daño nervioso en anestesia regional y, en raros casos, hipertermia maligna, una alteración genética que provoca una respuesta metabólica grave a ciertos anestésicos.
Según estudios globales, la mortalidad directamente atribuible a la anestesia se ha reducido drásticamente: de 1 en 10,000 procedimientos en la década de 1970 a aproximadamente 1 en 200,000 en la actualidad, gracias a mejoras en fármacos, monitoreo y protocolos de seguridad. No obstante, complicaciones menores como las náuseas y vómitos postoperatorios pueden presentarse hasta en el 30% de los pacientes sometidos a anestesia general.

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Estadísticas y epidemiología
A nivel mundial, se estima que cada año se realizan más de 300 millones de cirugías que requieren anestesia. La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha señalado la existencia de inequidades: en países de altos ingresos, hay hasta 20 a 40 anestesiólogos por 100,000 habitantes, mientras que en regiones de bajos ingresos apenas se alcanza un promedio de 0.5 por 100,000.
En América Latina, la situación es intermedia. Un informe de la Federación Mundial de Sociedades de Anestesiólogos (WFSA) indica que la disponibilidad de especialistas oscila entre 4 y 10 por 100,000 habitantes, con disparidades marcadas entre zonas urbanas y rurales.
En México, se calcula que hay alrededor de 15,000 anestesiólogos activos, lo que equivale a aproximadamente 8 por cada 100,000 habitantes. Aunque esta cifra está por encima del promedio latinoamericano, aún se considera insuficiente para cubrir de manera equitativa las necesidades quirúrgicas en todo el territorio, particularmente en hospitales rurales y de alta marginación.
Importancia histórica
El descubrimiento y perfeccionamiento de la anestesia transformaron la historia de la medicina. Antes de 1846, la cirugía era limitada y traumática; los pacientes enfrentaban dolor insoportable y altas tasas de mortalidad. Con la anestesia, la cirugía pudo expandirse a procedimientos complejos y prolongados, como trasplantes y cirugías cardiovasculares.
En México, el primer uso documentado de anestesia con éter se realizó en 1847 en el Hospital de San Andrés, apenas un año después de la demostración de Morton. Desde entonces, la anestesiología ha evolucionado como especialidad médica formal, consolidándose en instituciones como el Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición, el Instituto Nacional de Cancerología y los hospitales depencientes del Instituto Mexicano del Seguro Social y del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado.
Derechos humanos y legislación
El acceso a procedimientos quirúrgicos seguros, incluida la anestesia, está vinculado al derecho humano a la salud, reconocido en tratados internacionales como el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales.
En México, la Constitución Política (artículo 4º) garantiza el derecho a la protección de la salud. La Ley General de Salud y las Normas Oficiales Mexicanas (por ejemplo, la NOM-006-SSA3-2011, sobre prácticas de anestesia) regulan los estándares de calidad y seguridad en la administración de anestesia, obligando a garantizar la capacitación del personal y el monitoreo adecuado durante los procedimientos.

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Avances, fortalezas y perspectivas
Entre los avances más relevantes destacan:
- Nuevos fármacos anestésicos de acción rápida y segura.
- Monitoreo intraoperatorio avanzado (oximetría de pulso, capnografía, monitoreo neuromuscular).
- Protocolos de anestesia multimodal que reducen el uso de opioides y los efectos secundarios.
- Desarrollo de la anestesiología como especialidad que integra cuidados intensivos, manejo del dolor y medicina perioperatoria.
Los riesgos principales son la escasez de especialistas en zonas rurales, la desigualdad en acceso a cirugías seguras y la dependencia tecnológica que puede limitar la atención en entornos con pocos recursos.
A futuro, la anestesiología se vislumbra como un campo aún más integral, orientado no solo al quirófano, sino también a la mejora continua de la seguridad del paciente, la reducción de complicaciones postoperatorias y el acceso equitativo a procedimientos quirúrgicos en todo el mundo y la investigación en anestésicos personalizados según perfil genético.
Importancia de la divulgación científica
La divulgación científica en anestesiología es crucial para informar a la población sobre los beneficios y riesgos de la anestesia, así como para reducir temores y mitos comunes. Además, la actualización constante de profesionales mediante congresos, publicaciones y guías clínicas permite mejorar la seguridad del paciente. Campañas internacionales como la “Cirugía Segura Salva Vidas” de la OMS han mostrado que la implementación de listas de verificación perioperatorias reduce complicaciones y mortalidad.
Esta conmemoración es más que un homenaje: se trata de una oportunidad para reflexionar sobre la relevancia de la anestesia en la historia de la medicina, los riesgos asociados a su práctica, los derechos de los pacientes, la formación de los profesionales y los retos futuros de esta especialidad.
Referencias
- Apfelbaum, J. L., Hagberg, C. A., Caplan, R. A., Blitt, C. D., Connis, R. T., Nickinovich, D. G., … & American Society of Anesthesiologists. (2012). Practice guidelines for management of the difficult airway. Anesthesiology, 118(2), 251-270.
- Butterworth, J. F., Mackey, D. C., & Wasnick, J. D. (2018). Morgan & Mikhail’s Clinical Anesthesiology (6th ed.). McGraw-Hill.
- Organización Mundial de la Salud. (2009). Safe Surgery Saves Lives. WHO Press.
- Torres-Montes, A., & Herrera-Meza, S. (2020). Retos actuales de la anestesiología en México. Revista Mexicana de Anestesiología, 43(4), 246-253.
- World Federation of Societies of Anaesthesiologists (WFSA). (2019). Global Anaesthesia Workforce Report. WFSA.
Foto de portada por Peter Cooper Jr. – Own work, CC0.